¿Quién no conoce en Caldas el acuerdo entre Barco y Yepes para gobernar? Para uno de ellos debe ser la Gobernación de Caldas y para el otro la Alcaldía de Manizales

Hay lobos con piel de lobos y los hay con piel de oveja. Los primeros tienen grandes orejas y peluda cola: se distinguen, se ven. Los segundos, en cambio, por jugar al camuflaje, no se detectan a tiempo y terminan tragándoselo a uno. El modelo de los lobos con piel de oveja es clásico ya. Su arquetipo es el lobo del cuento de Caperucita, aunque este lobo no se disfrazó de oveja, sino de abuela. Hasta cofia y gafas se puso. Según la historia.

El truco no ha cambiado. Ciertos lobos viejos se liman las uñas, esconden el rabo, se mutilan las orejas para quedar como un inofensivo perro bóxer al que le hacen el «orejicure», se ponen el ropaje que les indique el asesor de imagen y van por el mundo engatusando no ya abuelas miopes o niñas inocentes, sino a comunidades enteras. Que caiga el mayor número.

Tal es el caso de los políticos en este tiempo. Su nueva piel de oveja es disfrazarse de cívicos. Ahora lo que tendremos en la palestra para alcaldías, gobernaciones, asambleas y concejos, son candidatos con este rótulo, aunque sea falso. Es la era de los cívicos. Está in serlo: out, ser partidista.

En Caldas pasa igual. Aquí y por lo que hace a la Gobernación parece que los partidarios se acabaron, que no hay Chao, chao, adiós. Es como si Omar Yepes y Renán Barco se hubieran ido a sus cuarteles de invierno. Como si a godos y cachiporros se los hubiera tragado la tierra, o como si no tuvieran a quien poner de candidato ¿Por qué esto? No propiamente porque la coalición que mantienen para la elección de gobernador les haya quitado lo azul al uno y lo rojo al otro y terminado ambos de un morado desteñido. Es por otra cosa.

Los caciques políticos de la comarca, en su celo, no permitieron nunca que acá surgiera una nueva dirigencia. No hubo una generación de relevo; sí una generación de lacayos. Hombres y mujeres que, con tal de alcanzar un cargo, igual hacían el decreto que les ordenaba Barco, que iban hasta el carrito de dulces a traerle un paquete de cigarrillos al senador.

Ellos castraron una nueva generación. De modo que son padres legítimos del opacamiento y la frustración de un poco de gente buena, inteligente y capas de que su rapacidad política dejó criando anonimatos y rumiando resentimiento. Los políticos tradicionales han hecho más daño que bien. Quizás se les deba un puente, un edificio o una buena intriga por Caldas, pero eso no compensa el que hubiera castrado a tantos, haciendo de esta una tierra de liliputienses, es decir, de hombres pequeños.

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¿Quién no conoce en Caldas el acuerdo entre Barco y Yepes para gobernar? Para uno debe ser la gobernación de Caldas y para el otro la Alcaldía de Manizales. Ambos ponen a votar su gente por el candidato del otro. Tony Jozame, actual gobernador, es de Barco (¿o de Tapasco?) Arturo Yepes, fue el hombre de Yepes para la Alcaldía. Otra cosa es que el asunto no se les haya dado en Manizales. Pero ese es el acuerdo y también se sabe que a quien le toca poner ahora candidato a la gobernación, será de nuevo al senador Barco.

¿Luego de perder la Alcaldía de Manizales correrán el riesgo de quedarse sin un candidato del partido que les ayude a mantenerse en el poder? ¡Mamola!, como diría Serpa, quien a su vez lo copió de Gaitán. Por eso los lobos están ahora en el plan de ver qué jugada hacen. Solo que esa jugada está anunciada: respaldarán un candidato «cívico» (entre comillas). Creen que el problema es de empaquetadura, cuando es la coalición en sí y su imposición de candidatos. Claro que lo tienen que hacer así, pues carecen de líderes naturales. No los dejaron surgir.