Recorrer el pasado del periodismo en Colombia implica sumergirse en diversos intentos por narrar las violencias que sacudieron el país y, al mismo tiempo, identificar silencios cómplices o censuras impuestas sobre la prensa. Esta exposición sigue una cronología desde la década de 1950 hasta el presente para entender la compleja relación entre periodismo y conflicto armado, en la que se evidencia un oficio que, por un lado, supera los obstáculos de la violencia y logra consolidar una alta calidad informativa, y por otro, sufre los impactos prolongados de la guerra.
Los 50: El periodismo más allá de las llamas
A finales de los años 40, la violencia política que crecía en el campo llegó a la ciudad, “El Bogotazo” fue prueba incontrovertible de su arribo. La disputa violenta entre liberales y conservadores impulsó un gobierno militar que restringió las libertades de la prensa. Las casas periodísticas, inmersas en opiniones bipartidistas, fueron objeto de ataques por parte de la ciudadanía, que disminuyeron con la dictadura de Rojas Pinilla, quien, a su vez, ordenó el cierre de importantes periódicos y pasó a ser el principal censurador de la prensa.
A finales de la década se instauró el Frente Nacional como alternativa a la violencia política. El nuevo clima político permitió novedosos tratamientos de la información, menos convulsionados y distanciados de la anterior disputa bipartidista.
Incendian periódicos liberales
Bogotá, 6 de septiembre de 1952
La tarde del 6 de septiembre la Avenida Jiménez parecía una hoguera. Después del funeral de sus compañeros, asesinados en Rovira, Tolima, el 2 de septiembre, algunos policías emprendieron una retaliación contra los medios liberales: El Tiempo y El Espectador. Primero atacaron la sede de El Tiempo, en la Avenida Jiménez con carrera séptima, y luego, la sede de El Espectador, un par de cuadras más arriba, en la que usaron dinamita y gasolina. Según los relatos, unos cien uniformados dispararon, lanzaron piedras y saquearon las instalaciones.
El Espectador tuvo que esperar diez días para volver a circular. La edición incluyó una fotografía del busto de su director con un escrito que contó la resistencia del diario y la pérdida de su archivo que se quemó en el incendio.
Atentado contra Vanguardia Liberal
Bucaramanga, 10 de enero de 1953
El 10 de enero Vanguardia Liberal vivió, según palabras de su director, “un pequeño 9 de abril”. Un grupo de hombres armados entró a la sede del medio y detonó tres artefactos explosivos para acabar con el diario.
El silencio duró solo un día. El 12 de enero Vanguardia Liberal tituló: “¡Aquí estamos! Tan firmes como el primer día. La pluma de los que defendemos la democracia no se destruye con el ruido del terror organizado”.
Cierre de El Tiempo
Bogotá, 4 de agosto de 1955
Roberto García-Peña director de El Tiempo envió un cable al diario El Comercio de Ecuador sobre la muerte de Emiliano Correa, director de El Diario de Pereira, en el que afirmaba que había sido asesinado por bandoleros conservadores. Rojas Pinilla desmintió la información y exigió una rectificación en la primera plana del periódico, pero García-Peña se negó y mantuvo su posición. El General lo consideró una afrenta y ordenó la militarización de la sede y el cierre de El Tiempo el 4 de agosto de 1955.
El periódico permaneció cerrado por casi dos años, hasta el 8 de junio de 1957. Durante ese tiempo, y para continuar con su proyecto periodístico, Eduardo Santos decidió crear la Casa Editorial El Tiempo y lanzar Intermedio. El día que concluyó Intermedio publicó la siguiente editorial: “No es una despedida la que estamos escribiendo. Mañana reanudaremos la batalla desde otra trinchera y ya al amparo de más propicios signos... Vamos hacia adelante, hacia esa nueva república renacida del caos, del dolor y la desesperanza. El intermedio ha concluido. Va a alzarse el telón".
El Independiente
Bogotá, 20 de febrero de 1956
El gobierno de Rojas Pinilla acusó a El Espectador de irregularidades contables y tributarias a las que el medio no pudo responder porque el gobierno prohibió la circulación de editoriales que brindaran explicación.
Ante este panorama El Espectador cerró y circuló bajo el nombre de El Independiente, periódico que concluyó sus actividades el 31 de mayo de 1958, cuando el diario retornó a su nombre original.
El Independiente e Intermedio fueron estrategias utilizadas por los dos periódicos de mayor circulación en el país para poder avanzar en medio de la dictadura y la censura impuesta por Rojas Pinilla.
Asesinato de Héctor Echeverry Cárdenas
Ibagué, 14 de junio de 1957
El 14 de junio de 1957, Héctor Echeverry Cárdenas fue asesinado frente a las instalaciones de Tribuna, diario del que era director y periodista. De acuerdo con testigos, el asesino fue un hombre que supo ocultar su rostro, llegó en un jeep, disparó y huyó.
Tribuna, fundado en 1943, era de tendencia gaitanista y fue el primer diario en entrevistar guerrilleros liberales antes de la firma del acuerdo de paz en 1957. Héctor Echeverry fue acusado de colaborar con las guerrillas del Tolima y detenido por militares en el gobierno de Rojas Pinilla. Su asesinato quedó impune.
Los 60: Periodismo y "cartografías" de la violencia urbana
El Frente Nacional fue un acuerdo entre el Partido Liberal y el Partido Conservador que puso fin a la violencia bipartidista pero no pudo contener nuevos ciclos de violencia, como el que se dio con el surgimiento de insurgencias en el campo, que marcharon al compás de la revolución cubana y la guerra fría, y otra violencia de delitos y crímenes diarios en ciudades cada vez más pobladas. Los medios informaron con detalle la operación de bandas, los robos y asesinatos, así surgió un género que se consolidó a lo largo de esta década: la crónica roja. También la sátira y el humor aparecieron en la radio para informar sobre el acontecer político nacional.
¿Informar sobre la violencia?
Octubre de 1963
En 1963, funcionarios del gobierno se reunieron con 39 representantes de medios de comunicación y debatieron sobre cómo debían informar lo que ocurría en el país. Creían que las decisiones editoriales mitigarían la violencia creciente luego del primer mandato del Frente Nacional.
Estipularon quince pautas para periodistas, editores y trabajadores de los medios de comunicación. Algunos de los puntos acordados fueron: “evitar toda polémica sobre las responsabilidades que en la violencia hayan tenido los partidos políticos” y “no asignarles ningún rótulo político a los victimarios ni a las víctimas”.
Solo Flavio de Castro, director del diario Tribuna (de Ibagué), y quien había asumido el cargo después del asesinato de Héctor Echeverry, se negó a firmar las pautas, considerando que esta medida no disminuiría la violencia.
Sanción al humor en la radio
La censura pasó de las imprentas a las cadenas radiales y el humor también fue silenciado. Humberto Martínez Salcedo, conocido como ‘El maistro Salustiano Tapias’, dirigió varios programas radiales durante la década. Fue el creador de Manolo Corcho, un guardia de seguridad conocido como ‘El Corcho’.
Sin derecho a responder o exigir explicaciones, los programas de Martínez Salcedo fueron suspendidos, multados o cancelados, así les cambiara el nombre o la frecuencia. Debido a eso, en los sesentas tuvo tres programas: El Duende, La Tapa y El Pereque, que era el más escuchado en Bogotá. El entonces presidente Guillermo León Valencia –—uno de los personajes de quien se burló el humorista—– sancionó a Radio Santa Fe por “irrespeto a la dignidad presidencial”.
‘El maistro Salustiano’ fue señalado por sus comentarios mordaces e inteligentes contra el gobierno de turno, los banqueros o empresarios. Sus imitaciones lo pusieron en el foco de los poderosos. Martínez Salcedo fue uno de los pioneros del humor radial en el país y censurado por cuatro presidentes.
Lenguaje periodístico ¿o institucional?
En los setenta se hizo común leer términos como “antisociales”, “forajidos” o “compañeros de fechorías”. Todos eran usados para señalar a grupos insurgentes y, de paso, favorecer la imagen de instituciones como el Ejército. La narrativa oficial permeó a la prensa.
La operación ‘Marquetalia’ o ‘Soberanía’ fue prueba de ello. El 15 de julio de 1964, Jaime Sotomayor, reportero de El Espectador, relató esta jornada liderada por el Ejército contra las FARC asentada en la zona. Su artículo, titulado “Los bandoleros están cercados por las FF.AA”, asimilaba a los bandoleros con los guerrilleros. Con el uso de estos términos se desconocía el carácter político de algunos grupos, y se evidenciaba la importancia del lenguaje para referirse al conflicto y las operaciones militares.
Cierre de Voz de la Democracia
1964
Guillermo León Valencia, segundo presidente del Frente Nacional, decidió cerrar el periódico Voz Proletaria por denunciar ataques a regiones agrarias y el Plan Lazo. La operación militar, auspiciada por John F. Kennedy, pretendía irrumpir en Marquetalia y erradicar las 16 “repúblicas independientes”, un término de Álvaro Gómez Hurtado.
Voz de la Democracia fue fundado el 20 de julio de 1957 por el Partido Comunista, que se convirtió en un partido legal con el fin de la dictadura de Rojas Pinilla.
El cierre duró una semana, ya que el medio cambió de director y de nombre a La Voz Proletaria. El ‘nuevo periódico’ se concentró en las huelgas y las luchas sociales.
Delimitación de la crónica roja
11 de mayo de 1967
El 17 de junio de 1967, se llevó a cabo un encuentro en Barranquilla con representantes de los medios y del Gobierno, cuyo propósito era formalizar la decisión y realizar una mejor curaduría de las crónicas y contenidos periodísticos. Sin embargo, la resolución fue un ataque a la libertad del oficio.
El documento fue firmado por los directores de los medios más reconocidos de la época e incluía una salvedad: no podría interferir con la libertad de prensa en Colombia. Pero el dictamen se quedó en el papel. La decisión terminó en la invisibilización del conflicto, pues gran parte de las noticias de la década se omitieron o se eliminaron. Las primeras planas o las historias de los bandoleros como ‘Sangre Negra’ o ‘Chispas’ se quedaron en la memoria de quienes alcanzaron a leerlas.
La crónica levanta vuelo
1967
Las escasas narraciones de una violencia que se quería lejana e invisible, empezaron a tomar forma con la crónica de Germán Castro Caycedo. El conflicto armado y sus protagonistas fueron epicentro de una reportería e investigación rigurosa, base de las crónicas de este periodista, quien fue referente para un género narrativo que nos acercó a un país pretendidamente ignorado.
Los 70: Periodismos posibles y periodistas perseguidos
El último gobierno del Frente Nacional, el crecimiento acelerado de las ciudades y la primera transmisión a color por televisión fueron algunos de los hitos de los 70. Iniciaba una nueva década y parecía ser un buen panorama para el periodismo. Los reporteros decidieron salir de las salas de redacción, recorrer el país y resistir a las imposiciones del Gobierno. Surgieron nuevos medios de comunicación y formatos periodísticos que dieron golpes de opinión y fueron más cercanos a la ciudadanía.
Pero el poder gubernamental buscó controlar la información o limitarla a las versiones oficiales que emitía. Bajo la excusa de otorgar seguridad y garantizar el avance del país, una medida gubernamental violó los derechos fundamentales y censuró, una vez más, a la prensa.
La década del 70 marcó el inicio de una violencia cíclica contra los reporteros, donde se registró el primer pico de asesinato de periodistas y primeros exilios, por razones vinculadas al oficio.
Vuelve la censura a la radio
1974
Una vez más, Radio Santa Fe, de Bogotá, tenía la orden de guardar silencio. La emisora fue una de las más afectadas durante el Frente Nacional, pues varios de sus programas fueron cancelados por los gobiernos de ese periodo. ¿La razón? Según el criterio de las autoridades, Radio Santa Fe infringía las normas establecidas en la época. La emisora informó y desmintió las versiones que motivaron a los trabajadores de los bancos a realizar una huelga.
Fundado en 1958, el radioperiódico Clarín, de Medellín, sufrió las mismas consecuencias. Su eslogan “Clarín dice lo que otros callan” reflejaba la esencia del medio: narrar hechos del día a día, denunciar actuaciones políticas y económicas que ninguna otra emisora divulgaba. Lo importante era informar a la ciudadanía sobre lo que ocurría, sin escatimar esfuerzos, fuentes o denuncias. El radioperiódico era uno de los más escuchados en la capital antioqueña, pero en 1974 fue censurado temporalmente por notificar sobre el secuestro de un empleado del sector industrial en Medellín.
Alternativa, una nueva opción periodística
Bogotá, 18 de febrero de 1974
Inspirado en la investigación del Watergate que desencadenó en la renuncia de Richard Nixon, nació Alternativa, proyecto periodístico encabezado por Daniel Samper Pizano. La idea era ofrecer un nuevo periodismo político, cultural e investigativo que tuviera la posibilidad de examinar y confrontar al poder. La revista fue fundada por Gabriel García Márquez, Enrique Santos Calderón, Bernardo García, Jorge Villegas y Orlando Fals Borda.
Las observaciones, las sátiras y los contenidos punzantes la llevaron a convertirse en objetivo político nacional. Los colaboradores e integrantes de Alternativa también fueron intimidados por el F-2.
La Revista Alternativa fue una renovación para el periodismo colombiano, permitió que la opinión y el lenguaje estuviera más cerca de la gente, sobre todo, de quienes se encontraban excluidos y al margen de los marcos del bipartdismo nacional.
Dominio de frecuencias o canales radiales
6 de noviembre de 1975
En medio de la censura a la radio, el presidente Alfonso López Michelsen expidió el decreto 2398 del 6 de noviembre de 1975, que le otorgó al Ministerio de Comunicaciones la facultad de recobrar transitoriamente para el Estado, el dominio de frecuencias o canales de radiodifusión utilizadas por particulares, con tal de contrarrestar cualquier situación de conmoción interna.
La decisión atentó la libertad de prensa en la medida que el Gobierno también pudo decidir en qué momento devolvía a los particulares los derechos sobre las frecuencias o canales de radiodifusión.
Atentados contra Revista Alternativa
Bogotá, 11 de noviembre y 5 de diciembre de 1975
En la madrugada del martes 11 de noviembre explotó una bomba en la sede de la Revista Alternativa en Bogotá. El atentado no dejó víctimas fatales y se realizó una hora después de que los empleados terminaran sus labores.
Luego del ataque, la revista anunció que estaba en pie de lucha. La edición se tituló ¡No callarán la verdad! e incluyó un artículo llamado “Blanco es, gallina lo pone”, en el que se anotó: “Ha sido calificado en forma unánime como burdo intento por silenciar la labor que se viene desde estas páginas en defensa de los intereses de las clases explotadas. (…) El atentado contra esta revista es un atentado claramente político”.
Sin dejar pasar un mes del atentado pusieron una bomba en la casa de Enrique Santos, director del medio. “Aún recuerdo, justo antes de bajarme del carro, el destello de luz seguido del estallido ensordecedor. Luego, humo, olor a pólvora, la puerta del garaje destrozada, las ventanas del Volkswagen astilladas, el triciclo de mi hijo Julián en tres pedazos”, dijo Santos en un libro que editó sobre Alternativa.
Atentado contra Voz Proletaria
Bogotá, octubre de 1975
La Revista Alternativa registró el suceso contra el semanario e informó sobre una balacera el 1 de octubre por la noche. Antes, el 27 de septiembre de 1975, estallaron dos bombas en Bogotá: una frente a la Embajada de la Unión Soviética y otra en la Cinemateca Distrital, mientras se proyectaba un festival de cine cubano.
El ataque de tintes ideológicos fue tan solo una muestra de la persecución que recibió el semanario durante la década.
Unidad investigativa de El Tiempo
Daniel Samper Pizano, Alberto Donadío y Gerardo Reyes fueron precursores de la Unidad Investigativa de El Tiempo. La apuesta permitía un oficio más riguroso y cercano a la ciudadanía, que explorara lo se quería ocultar, fuera independiente del poder gubernamental y revelara información de interés público. La corrupción, los abusos contra los consumidores y los atentados al medio ambiente fueron algunos de sus hallazgos.
El trabajo de esta Unidad le valió reconocimientos periodísticos a su labor de investigación como el premio nacional Simón Bolívar de 1978 por “El saqueo a la fauna colombiana”, que fue posterior a “Los papeles del Senado”. Estas investigaciones no solo hicieron visibles estructuras subterráneas sino que fueron referente para que otros medios abrieran unidades investigativas.
El periodismo no tumbó a ningún presidente pero hizo temblar a los poderosos.
En esta década fueron asesinados seis periodistas por razones vinculadas a su oficio. Cinco de ellos en 1979.
Carlos Ramírez París, Silvio Emilio Quiñónez, César Augusto López Arias,
Carlos Ernesto Castillo Monterrosa, Uriel Ríos Tamayo y Álvaro Soto Pineda.
Los 80: El silencio tras el estruendo
Con la elección de Belisario Betancur, en 1982, la esperanza de paz de las y los colombianos empezaba a jugar una vez más. El anhelo era terminar el conflicto con las guerrillas, un propósito constante desde su aparición en los años sesenta y setenta . No obstante, la nueva década trajo consigo un nuevo enemigo: el narcotráfico. Pablo Escobar, líder y fundador del Cartel de Medellín, emprendió acciones contra políticos, agentes del Estado y funcionarios. La búsqueda de la verdad y el deber informativo del periodismo hicieron que Escobar incluyera a la prensa dentro de su lista de objetivos. Los y las periodistas informaron de atentados en las ciudades que incluyeron ataques contra sus colegas. Reporteros de todo el país vivían con zozobra e incertidumbre, pues no sabían si el artículo que escribían un día sería el último que firmarían.
Quienes resistieron o sobrevivieron a la violencia, fueron víctimas de intimidaciones y amenazas: los perseguían o les enviaban cartas o sufragios hasta sus casas o lugares de trabajo. A su vez, inició una ola de asesinatos de reporteros y corresponsales regionales que se extendió por varias décadas.
“Graduación de la prensa del conflicto armado”
Bogotá, febrero de 1980
16 integrantes del Movimiento 19 de Abril (M-19) tomaron la Embajada de República Dominicana. La Operación Libertad y Democracia, como también fue conocida, duró sesenta días, del 27 de febrero al 27 de abril, por lo que el cubrimiento periodístico fue un desafío.
Para muchos periodistas fue la “graduación de la prensa del conflicto armado”, pues el campamento a las afueras de la embajada fue un laboratorio de periodismo al que llamaron “Villa Chiva”. La toma de la embajada recibió atención nacional e internacional. El lejano conflicto armado colombiano, del que se informaba ocasionalmente, llegó al centro del país. Su existencia era un hecho rotundo, que exigía una sólida información periodística.
Exilio sin retorno de Gabriel García Márquez
1981
Un año antes de recibir el Premio Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez tuvo que abandonar el país. Retornó ocasionalmente, pero desde su partida se instaló en México, país que le brindó acogida.
Los textos de “Gabo” siguieron merodeando a Colombia, pero el país tuvo que soportar la distancia del que ha sido uno de sus mejores reporteros y su escritor más reconocido.
Su caso, tal vez el más emblemático, ha sido parte de la injusta ruta del exilio impuesta sobre muchos otros y otras periodistas en el país.
Bomba a Radio Caribabare
Saravena, Arauca, 1984
En 1984 miembros del ELN detonaron una bomba en la sede de Radio Caribabare, emisora afiliada a Caracol Radio. La emisora no pudo seguir funcionando. El hecho fue antesala de muchos medios que desaparecieron por acción directa de actores armados.
Efraín Varela, referente del periodismo araucano, tuvo que salir del departamento poco tiempo después. Su retorno a la capital de Arauca no solo fue una muestra de resistencia, sino que le permitió a los jóvenes del departamento aprender de quien fue considerado un maestro en el oficio. Efraín fue asesinado en 2002. Su asesinato sigue impune.
Mujeres Periodistas
El recorrido por el pasado del periodismo en Colombia amerita una pausa y reconocimiento a la labor de las mujeres periodistas. Este oficio ha sido desarrollado por hombres, quienes han impuesto su mirada, pero la convulsionada década del 80 significó el posicionamiento de las mujeres en el periodismo Colombiano. Trabajos como los de Olga Behar, Silvia Galvis, Margarita Vidal, Patricia Lara, Ligia Riveros y María Jimena Duzán, no solo fueron referencia para otras mujeres que deseaban ejercer el oficio, sino que marcaron la necesidad de contar con ellas para consolidar el periodismo en el país.
Un silencio que no calla
Bogotá, 19 de diciembre de 1986
Dos días después del asesinato del director de El Espectador, Guillermo Cano, se realizó la marcha del silencio. La gente salió conmovida a las calles a despedir al director de uno de los medios más importantes del país.
Colombia se sabía sumergida en una violencia sin control que se estaba llevando a la gente con valentía para hablar sobre ella.
El silencio en la radio y los espacios en blanco en los medios escritos fueron una respuesta ante esa violencia. “Un silencio que no calla” tituló una de las columnas de El Espectador. Esa frase no solo resume la solemnidad de ese momento, sino la dignidad de las personas en esa manifestación.
Atentado contra El Colombiano
Medellín, 10 de marzo de 1988
A las 10 de la noche de un jueves dos hombres llegaron a la sede del periódico, en el centro de la ciudad, con dos paquetes de los que salía humo. El vigilante, Gabriel Trespalacios, los sacó con cuidado y alertó a quienes estaban cerca sobre el riesgo de explosión. A los cinco minutos que el vigilante dejó ambos paquetes sobre la calle, se escuchó la detonación. El aviso de Trespalacios evitó un daño mayor y salvó la vida de los transeúntes pues alcanzaron a resguardarse o huir del lugar.
En la edición del sábado, tres días después del atentado, El Colombiano publicó una crónica sobre lo ocurrido.
Atentado contra El Espectador
Bogotá, 2 de septiembre de 1989
El medio bogotano fue uno de los más acérrimos contrincantes del narcotráfico. Sus denuncias y noticias contra el Cartel de Medellín lo convirtieron en uno de los objetivos principales del narcotraficante Pablo Escobar, quien decidió poner una bomba en la sede del diario. El sábado 2 de septiembre, un camión bomba con más de 100 kilos explotó en el parqueadero del periódico a las 6:43 de la mañana. La detonación dejó 73 heridos y daños materiales en la sede y en estructuras aledañas.
La edición a blanco y negro al día siguiente tituló: “¡Seguimos adelante!”, como una muestra del coraje y la vocación al periodismo.
Atentado contra Vanguardia Liberal
Bucaramanga, 16 de octubre de 1989
El narcotráfico también atacó al medio insignia de Santander. En un ataque similar al de El Espectador, un automóvil Renault 4, también con 100 kilos de dinamita, explotó en la entrada de las instalaciones del diario bumangués. El ataque dejó tres personas muertas, siete heridas y daños en la estructura.
El ataque no amilanó a los periodistas y un día después, en medio de los ecos de la explosión, el diario volvió a circular.
En esta década fueron asesinados 41 periodistas por razones vinculadas a su oficio; catorce, en 1989.
Jesús José “Pepe”, Luis Palacio Iragorri, Libardo Gil Ceballos, Carlos Ancízar Gómez Zuluaga, Ramiro Ariza Villamil, Alirio Mora Beltrán, Nelson Anaya Barreto, Mario Pineda Pineda, José Antonio Dumet Rivero, Lides Renato Batalla, Rodrigo María Navia González, Cristian Martínez Sarria, Alberto Lebrún Múnera, Adolfo León Rengifo, Luis Roberto Camacho Prada, Raúl Echavarría Barrientos, Álvaro Falla Tamayo, Luis Eduardo Muñoz Cifuentes,Guillermo Cano Isaza, Mariam Ruiz Castañeda,
Fernando Bahamón Molina, Héctor Abad Gómez,Nelson Gavini Alzate, Belisario Zambrano Roa, Álvaro Rojas Bustamante, Rodrigo Vélez Toscano, Oswaldo Regino Pérez, Héctor Giraldo Gálvez, Luis Daniel Vera López, Adolfo Pérez Arosemena, Carlos Enrique Morales Hernández, Jorge León Vallejo Rendón, Juan Gabriel Caro Montoya, Guillermo Gómez Murillo, Roberto Sarasty Obregón, Martha Luz López López, Miguel Arturo Soler Leal, William Bendeck Olivella, Diego Vargas Escobar, Jorge Enrique Pulido y José Wenceslao Espejo.
Los 90: Los rincones de la emboscada
La del 90 fue una década de cambios y aperturas. La constituyente abrió paso a un proceso de democratización que varios sectores políticos reclamaban con insistencia décadas atrás. Las garantías constitucionales contrastaban con un país que se sumergía en disputas entre cárteles del narcotráfico, grupos insurgentes y paramilitares. La violencia, siempre continua, varió. Dejó su estruendo en las principales ciudades, y se ramificó por los rincones más apartados del país, siguiendo el rastro de las disputas por el territorio entre guerrillas y paramilitares. Este periodo fue dramático para la prensa y a modo de respuesta de la emboscada violenta surgieron organizaciones de apoyo al oficio y la libertad de expresión.
Una nueva Constitución Política
4 de julio de 1991
La Carta Política del 91 proclamó libertades, diversidades y derechos. Uno de los artículos insignia fue el número 20, que promovió la libertad de expresión de los ciudadanos y permeó la labor de periodistas y reporteros adscritos a medios de comunicación.
Atrás quedaban libertades parciales de la constitución anterior, donde la prensa era "libre en tiempos de paz, pero responsable con arreglo a las leyes, cuando atente a la honra de las personas, al orden social o a la tranquilidad pública". La constitución brindaba garantías al oficio del periodismo que la violencia se encargaba de cerrar, pues la del 90 ha sido la década con más asesinatos a periodistas en el país.
Fundación de la primera Unidad de Paz
Medellín, 1993
En la redacción del diario El Colombiano surgió una iniciativa para ver y escribir de una manera diferente el país que circulaba en los diarios. Una matanza seguía a otra, una nueva masacre, un nuevo desplazamiento. El agotamiento del registro de esa violencia exigía una nueva mirada. Una que se centrara más en las personas y en su dignidad tras el paso de la violencia.
Los registros fotográficos y los textos fueron acompañando el testimonio de las víctimas de la violencia. Los derechos humanos encontraron una sección donde siempre eran protagonistas. Jesús Abad Colorado, Carlos Giraldo, Diana Losada, José Guillermo Palacio, Isolda María Vélez y Juan Diego Restrepo, fueron pioneros en un trabajo periodístico que poco tiempo después fue seguido por otros medios.
Nace la Fundación Gabo
24 de junio de 1994
Luego de Alternativa, su Nobel de Literatura y su exilio, el periodista y escritor Gabriel García Marquez planteó un reto más en el periodismo colombiano: la ética, la calidad y la rigurosidad. Junto a Jaime Abello Banfi, Jaime García Márquez y Alberto Abello Vives creó el primer equipo de la Fundación. Su primera gran participación fue en 1995, en el encuentro de periodistas sobre libertad de prensa y protección a periodistas, organizado de manera conjunta con el Comité de Protección de Periodistas de Nueva York (CPJ).
Hoy, la Fundación Gabo es una de las instituciones más reconocidas en el ámbito periodístico y lidera, entre otras cosas, varios talleres, festivales, programas y condecoraciones relacionadas con el oficio.
Creación de la Fundación para la Libertad de Prensa, FLIP
1996
Colombia era uno de los lugares más peligrosos para ejercer el periodismo: ocupaba el segundo lugar en la lista de países con más periodistas asesinados. Además no contaba con una estructura o un programa para defenderlos y garantizar la libertad de prensa y expresión. Como una respuesta a estas problemáticas, surgió la Fundación para la Libertad de Prensa, FLIP, que respaldó las labores de los y las periodistas y consolidó un esquema legal para protegerlos.
Hoy, la FLIP es una de las organizaciones más reconocidas en la defensa de la libertad de expresión y prensa. Su trabajo ha impulsado redes nacionales e internacionales para garantizar los derechos de las y los periodistas a expresarse con libertad, así como el derecho de la ciudadanía a estar informados.
Surge Medios para la Paz
1993
Similar a la fundación de la Unidad de Paz del diario El Colombiano, Medios para la Paz (MPP) surgió como parte de la preocupación de un grupo de periodistas ante el cubrimiento del conflicto armado. La idea, cuyo enfoque fue más pedagógico, se materializó en talleres, capacitaciones e investigaciones sobre el oficio y sobre cómo se informa la violencia.
Radio Pa’yumat
1998
En español Pa’yumat significa “permiso para entrar”, una frase que los pueblos indígenas del norte del Cauca consideraron pertinente para su trabajo periodístico. Así bautizaron a esta emisora que acompaña y respalda los liderazgos de las comunidades indígenas y, a su vez, visibiliza sus vulneraciones.
La emisora ha sido víctima de diversas agresiones: cortaron los cables de su señal para que dejaran de transmitir, y sus integrantes han sido intimidados con armas de fuego o han sido asesinados, como Rodolfo Maya, en 2010; Maria Efigenia Vásquez, en 2017, y Abelardo Liz, en 2020.
Instalación de las negociaciones de Paz
San Vicente del Caguán, 7 de noviembre de 1998
El proceso de paz del gobierno Pastrana y las FARC impulsó diversos registros periodísticos. El acceso a los guerrilleros como fuente y las conversaciones que en la zona de distensión fueron una muestra fehaciente de la importancia del periodismo en medio del conflicto. Los diálogos en el Caguán también fueron la puesta en escena de “La información como campo de batalla”.
En esta década fueron asesinados 41 periodistas por razones vinculadas a su oficio; once, en 1991.
Cayetano Domínguez, Silvia Margarita Duzán Sáenz, Rubén Darío Carrillo, Hernando Tavera, Duvardo Piedrahita Cardona, Miguel Burbano Muñoz, Diana Turbay Quintero, Antonio María Ortiz Gómez, Julio Daniel Chaparro, Jorge Enrique Torres Navas, Carlos Julio Rodríguez, José Libardo Méndez, Arsenio Hoyos Lozano, Rodrigo Ahumada Bado, Rafael Antonio Solano Brochero, Nestor Henry Rojas Monje, Ismael Jaimes, John Félix Tirado Castañeda, José Domingo Cortés Soto, Gerardo Didier Gómez, José Eustorgio Colmenares Baptista, Carlos Lajud Catalán, Nelson De la Rosa Toscazo,Manuel José Martínez Espinosa, Danilo Alfonso Baquero Sarmiento, Jesús Antonio Medina Parra,
Horacio Yepes Lozano, Abelardo Marín Pinzón, Martín Eduardo Múnera, Gildardo Ariza Olarte, Iván Darío Pelayo, Gabriel Cruz Díaz, Ernesto Acero Cadena, Alfredo Antonio Matiz Espinosa, Norvey Díaz Cardona, Santiago Rodríguez Villalba, Freddy Elles Ahumada, Gerardo Bedoya Borrero, Alejandro Jaramillo Barbosa, Francisco Castro Menco, Jairo Elias Márquez Gallego, Oscar García Calderón, Nelson Carvajal Carvajal, Bernabé Cortés, Amparo Leonor Jiménez Pallares, Hernando Rangel Moreno, Jaime Hernando Garzón Forero, Guzmán Quintero Torres, Rodolfo Julio Torres, Alberto Sánchez Tovar, Luis Alberto Rincón y Pablo Emilio Medina Motta.
Los 2000: La vida de los otros
En medio de negociaciones fallidas y del aumento de la violencia del conflicto armado continuaron las agresiones contra medios y periodistas. Los secuestros y asesinatos siguieron haciendo lamentable del oficio en uno de los lugares más peligrosos del mundo para ejercerlo. Sin embargo, aunque sus cifras decayeron para el segundo quinquenio de esta década, la intimidación para los y las periodistas siguió latente. Algunos periodistas fueron vistos como opositores al gobierno de Uribe Vélez, quien aprovechó el aparato de inteligencia del Estado para señalarlos, estigmatizarlos y vigilarlos.
Secuestro de Jineth Bedoya Lima
25 de mayo de 2000
La periodista visitó la cárcel La Modelo para continuar con una investigación de carácter judicial, se suponía que tendría una entrevista con un jefe paramilitar, pero una vez dentro de la cárcel, fue capturada por dos personas, quienes la llevaron fuera de la ciudad. Fue víctima de secuestro, torturas y violencia sexual.
El caso estuvo quieto por casi 10 años debido a la inoperancia de la justicia colombiana. En el 2010, la FLIP asumió la representación de Bedoya y en mayo de 2011 se solicitó que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) evaluara el caso.
Entre 1998 y 1999, Bedoya había sido perseguida e intimidada por sus investigaciones. La periodista solicitó un esquema de seguridad para ella y su madre, quien también recibió intimidaciones, pero les fue negado.
Desplazamiento de periodistas de Arauca
Arauca, 2003
A finales de marzo, 16 periodistas de Arauca llegaron a Bogotá, después de ser víctimas de amenazas de muerte. Sus nombres circulaban en panfletos de grupos paramilitares y de las FARC, que se disputaban cada centímetro del llano araucano y enfocaron su violencia contra la prensa. Los y las periodistas pudieron salvar sus vidas, a costos laborales, familiares y emocionales, muy altos. Los y las araucanos tuvieron con sus vidas sin información, a la espera de un periodismo ausente, que fue retornando de a pocos, con el arribo de sus periodistas.
Exilio de periodistas
A pesar de las instancias de protección, los y las periodistas eran cada vez más víctimas de violencia. Durante los primeros años de la década, hubo un incremento en los crímenes perpetrados por desconocidos, un suceso que aumentó los índices de desconfianza e impunidad.
Los periodistas que salieron de Colombia fueron Daniel Coronell, Antonio Caballero, Ignacio Gómez, Hollman Morris, Martín Movilla y William Parra, del canal Caracol Televisión, y Eduardo Luque Díaz, de RCN Radio. La mayoría de las amenazas y de los testimonios apunta a los paramilitares.
Persecución del DAS
2009-2010
El antiguo Departamento Administrativo de Seguridad, DAS, lideró la vigilancia e interceptaciones ilegales contra funcionarios públicos, defensores de derechos humanos, sindicalistas y cinco periodistas: Daniel Coronell, Hollman Morris, Carlos Lozano, Gonzalo Guillén y Claudia Julieta Duque. Los seguimientos se realizaron entre el 2002 y el 2008 y fueron hechos contra críticos del gobierno del presidente Uribe.
En 2009, la Fiscalía y la Corte Suprema de Justicia reunieron las pruebas y testimonios de tales acciones para señalar la responsabilidad del Estado. Un año después, la Revista Semana publicó una investigación con los hallazgos. Así mismo, en el 2013, la Corte Interamericana de los Derechos Humanos también denunció los seguimientos en su informe anual de violencias.
En esta década fueron asesinados 45 periodistas por razones vinculadas a su oficio; diez, en 2002.
Fabio Leonardo Restrepo, María Helena Salinas Gallego, John Jairo Restrepo, Carlos José Restrepo Rocha, Juan Camilo Restrepo Guerra, Gustavo Ruiz Cantillo, Guillermo León Agudelo, Alfredo Abad López, Flavio Iván Bedoya (Tovar) Sarría, Yesid Marulanda Romero, Edgar Tavera Gaona, Pablo Emilio Parra Castañeda, Arquímides Arias Henao, José Duviel Vásquez, Jorge (“Jose” según la censura del fuego) Enrique Urbano Sánchez, Eduardo Estrada Gutiérrez, Álvaro Alonso Escobar, Marco Antonio Ayala, Orlando Sierra, Walter López, Héctor Sandoval, Víctor Omar Acosta,
Efraín Varela Noriega, Elizabeth Obando, Mario Prada Díaz, Dennis, Segundo Sánchez Lora, Gimbler Perdomo Zamora, Luis Eduardo Alfonso Parada, José Emeterio Rivas, Guillermo Bravo Vega, Jaime Rengifo Revero, Juan Carlos Benavides Arévalo, José Nel Muñoz, William Soto Cheng, Oscar Alberto Polanco Herrera, Martín La Rotta Duarte, Jairo Alberto Madero Muñoz, Julio Hernando Palacios Sánchez, Rafael Enrique Prins Velásquez, Gustavo Rojas Gabalo, Milton Fabián Sánchez, Atilano Segundo Pérez Barrios, Elacio Murillo Mosquera, Javier Darío Arroyave y José Everardo Aguilar.
2010: Actualidad
Entre 2009 y 2011, se presentaron nuevas agresiones contra el periodismo: el acoso judicial y las interceptaciones ilegales. El Estado, quien se supone debe proteger a la ciudadanía y garantizar sus derechos, se convirtió en cómplice y líder de las vulneraciones pues, en muchas ocasiones, fue quien aprobó tales acciones. El perfilamiento, la vigilancia, la censura y las persecuciones también pasaron a los entornos digitales que, más que ser un nuevo canal para el periodismo, no estuvieron blindados a los ataques contra la libertad de prensa y expresión. Tan solo entre 2012 y 2019 se presentaron 15 proyectos de ley para limitar la expresión en Internet.
Acoso judicial
A comparación de los 80 y 90, en los años recientes disminuyó la violencia física pero las y los periodistas fueron víctimas de otra agresión: el acoso judicial. Entonces, los enemigos de la prensa recurren a recursos judiciales, como las demandas, para intimidarlos, afectarlos de manera económica o psicológica, o detener su trabajo periodístico. Muchas de las y los periodistas víctimas del acoso judicial denuncian hechos de corrupción e irregularidades por parte de las autoridades o del Estado.
Algunos de los casos más reconocidos son del periodista Alfredo Molano, que fue señalado de injuria y calumnia por su columna Araújos et., y de los periodistas Yohir Akerman, Cecilia Orozco y Daniel Coronell contra el abogado Abelardo de la Espriella. Orozco también fue agredida por el exfiscal Néstor Humberto Martínez y Akerman, por el expresidente Álvaro Uribe.
Cierre de la revista Cambio
2010
Fundada en 1994, la revista Cambio fue una de las más importantes para el periodismo de investigación. Reveló hechos cruciales de la política colombiana y escándalos en los que estuvo envuelta. Son recordados los informes sobre el proceso 8000 del gobierno Samper, Agro Ingreso Seguro y las bases militares del gobierno de Uribe.
La decisión de su cierre, según las directivas de la revista, fue tomada por razones económicas y por la crisis del negocio de las revistas. A Rodrigo Pardo, director de la revista, y María Elvira Samper, editora general, les anunciaron que su contrato terminaba a finales de febrero del 2010, pero la Casa Editorial adelantó la decisión y fueron notificados a inicios de mes, en vísperas del Día del Periodista y en el marco de una campaña electoral por las presidenciales de mayo.
La Liga Contra el Silencio
2016
En 2016, la FLIP decidió crear y liderar una alianza mediática para combatir los desiertos informativos, causados por la censura o la ausencia de medios de comunicación. Así nació La Liga Contra el Silencio, una redacción central que cuenta con la colaboración y el trabajo de veinte medios nacionales. La apuesta principal de esta red son los reportajes y las entrevistas, que son republicados en algunas oenegés, en los medios aliados y en otros de cobertura nacional. Para mitigar los silencios, La Liga habilitó un formulario y un correo electrónico para aquellos periodistas que tengan historias y deseen trabajar como freelance, o para los ciudadanos que conozcan testimonios de censura y puedan brindar información para que la Liga cuente tales casos.
Acuerdo entre las Farc y el Gobierno colombiano
2016
Tras una historia marcada por la violencia y el conflicto, la firma del Acuerdo de Paz entre el gobierno del expresidente Juan Manuel Santos y la antigua guerrilla de las Farc supuso una esperanza para el país. Pero años después de su firma, la tranquilidad y la paz aún son lejanas.
La prensa también ha quedado en el medio. Luego de la firma del Acuerdo, aumentaron las acciones violentas contra las y los periodistas, sobre todo en departamentos como Arauca (con un 300% de incremento entre 2017 y 2018), Nariño (62,5% de incremento entre 2017 y 2018) y Valle del Cauca (60% de incremento en 2019).
Después de la firma, hubo seis asesinatos relacionados con el ejercicio periodístico: Maria Efigenia Vásquez, en 2017; el equipo del diario ecuatoriano El Comercio integrado por Javier Ortega, Paul Rivas y Efraín Segarra, en 2018; Mauricio Lezama y Libardo Montenegro, en 2019; Felipe Guevara y Abelardo Liz, en 2020, Marcos Efraín Montalvo, en 2021, y Rafael Moreno y Wilder Córdoba, en 2022.
Vuelve y juega: carpetas e inteligencia militar
2020
Una vez más, el Ejército estuvo detrás de acciones de perfilamiento y seguimiento ilegal financiadas con recursos públicos. Esa vez, 130 personas, entre ellas periodistas nacionales e internacionales, fueron identificadas por su trabajo y su comportamiento en línea entre febrero y diciembre del 2019.
Detrás de los seguimientos estuvo una cadena de mando integrada por coroneles, mayores y generales, líderes de los comandos de apoyo de inteligencia y contrainteligencia, batallones de ciberinteligencia y otras unidades.
El entonces ministro de defensa, Carlos Holmes Trujillo, confirmó las irregularidades de la llamada inteligencia militar. Al respecto, comentó que “se realizaron cambios en la estructura de mando del Ejército (…) para dinamizar y mejorar las operaciones y los procesos de inteligencia”. Los generales Eduardo Quirós, exjefe de contrainteligencia, y Gonzalo García Luna, jefe del Departamento Conjunto de Inteligencia y Contrainteligencia, salieron tras las revelaciones.
Paro Nacional
Abril de 2021
El 28 de abril iniciaron las protestas sociales contra el gobierno de Iván Duque, sus políticas y el manejo de la pandemia, que derivó en una crisis económica a nivel nacional y visibilizó la gran inequidad social del país. Muchas de las razones que inspiraron este paro fueron las mismas de las manifestaciones de 2019, como el incremento de la violencia contra líderes sociales, estudiantes y ciudadanos, y los proyectos y reformas propuestos por el gobierno.
Una vez más, el ejercicio periodístico fue vulnerado. Entre el 28 de abril y el 19 de julio de 2021, la FLIP registró 300 agresiones contra la prensa. La mayoría fue causada por la fuerza pública (181 agresiones y 224 víctimas), seguidos por particulares (79 agresiones y 97 víctimas). Las ciudades más afectadas fueron las grandes capitales: Bogotá, Medellín y Cali.
Además de los ataques físicos, las y los periodistas fueron víctimas de hostigamientos, detenciones ilegales, amenazas, violaciones a la reserva de la fuente, y robo, eliminación y obstrucción del material periodístico.
Corte IDH y Jineth Bedoya
18 de octubre de 2021
Después de más de 20 años y una búsqueda incansable de justicia, la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH) condenó al Estado colombiano por el crimen contra la periodista Jineth Bedoya Lima, ocurrido el 25 de mayo de 2000. Fue una sentencia histórica y dignificante, pues además de reconocer la responsabilidad del Estado, marcó un precedente para las mujeres y periodistas víctimas de violencia sexual.
La sentencia de la Corte IDH incluyó varias medidas de reparación y dijo que el Estado vulneró los derechos a la integridad personal, libertad personal, protección de la honra y dignidad, libertad de pensamiento y expresión de la periodista. El caso de Jineth fue el primero de violencia sexual en el que un tribunal internacional sentenció a Colombia, y el primero a nivel regional que aborda la violencia diferenciada contra las mujeres periodistas.
De 2010 a 2022 han sido asesinados 21 periodistas por razones vinculadas a su oficio; tres en 2002.
Clodimiro Segundo Castilla Ospina, Rodolfo Maya Aricape, Luis Eduardo Gómez, Guillermo Quiroz, Edison Alberto Molina, José Darío Arenas, Luis Carlos Cervantes Solano, Luis Peralta Cuellar, Flor Alba Núñez,
María Efigenia Vásquez, Javier Ortega, Paul Rivas, Efraín Segarra, Mauricio Lezama, Libardo Montenegro, Abelardo Liz, Andrés Felipe Guevara Henao, Marcos Efraín Montalvo, Rafael Emiro Moreno, Wilder Córdoba y Luis Gabriel Pereira.